L.1131711.- VICENTE MARTINENA GARCÍA. Reconstruir la vida de Vicente Martinena ha sido un trabajo muy edificante que nos ha obligado a repasar y profundizar en algunos de los episodios más relevantes de la historia de la España de finales del siglo XIX, -en los que participó de forma activa-, y en la geografía de Cuba, Puerto Rico y España. Viajero incansable, permaneció largas temporadas alejado de su familia y de su tierra, factores que debieron curtir un carácter y un temperamento singulares. Este destino inicia su forja en Tafalla, donde nació el sábado 22 de enero de 1853. Fue inscrito en el Juzgado de 1ª Instancia de la ciudad y bautizado en la Iglesia de Santa María. Si tenemos en cuenta su fecha de nacimiento, la fecha de la segunda boda de su padre Antonio (ocurrió solo 4 meses después) y la altísima tasa de mortalidad materno-infantil de aquellos años, no es aventurado sospechar que la causa y el momento de la muerte de Saturnina, su madre, tuvieron que estar vinculados con el parto. Sea por la causa que apuntamos o por otra, Vicente apenas tiene la oportunidad de conocer a su madre y este papel lo desempeñará Joaquina Lus Ardanaz, segunda esposa de su padre y madre de sus tres hermanos.
De su infancia poco conocemos con certeza. De mayor sabe leer y escribir por lo que suponemos que fue a la escuela. Por entonces Tafalla contaba con dos escuelas, una de niños y otra de niñas. La escuela masculina tenía unos 300 alumnos y dos profesores. Desde 1863 uno de estos profesores fue D. Florencio Alfaro Jiménez, reconocido republicano local, que es probable le impartiera sus enseñanzas, sin imbuirle sus fundamentos ideológicos, que derivaron por otros derroteros, como comprobaremos más adelante.
A modo de curiosidad premonitoria comentaremos que en 1859 la Guardia Civil solicitó del Ayuntamiento la creación de una «Casa Cuartel» para evitar que los números se hallasen dispersos en varios edificios, lo que dificultaba la disciplina. El Ayuntamiento respondió con el arriendo del edificio de Antonia Guirguet, situado extramuros. Nadie podía predecir la importancia que tendría en la vida de este Martinena aquel instituto armado.
Aunque no hemos conseguido ninguna imagen, basándonos en la descripción que de él hacen al entrar en la Guardia Civil, podemos afirmar que debió ser un hombre bastante alto. Medía 1,725 metros. Como dato de comparación, obsérvese que en la quinta de 1870, el más alto de los 49 hombres llamados a filas solo alcanzó 1,685 metros. Tenía el cabello castaño, los ojos garzos (de color azulado), cejas al pelo (1), color moreno, cara y nariz regulares y barba cerrada.
Ejerce de alpargatero, el oficio de la familia, pero pronto se siente inclinado hacia la Benemérita y ya el 2 de diciembre de 1870, con 17 años, causa alta como voluntario de paisano en la 4ª Cia. del 1º Batallón del Regimiento Ahumada nº 18 por un tiempo de seis años. El 29 de enero del 71 presta, en Pamplona, juramento de fidelidad al Rey, a la sazón Amadeo I de Saboya. Sirve como guardia en Pamplona hasta marzo de ese año. En ese momento pide voluntariamente la incorporación al Ejercito de Ultramar. Es dado como apto para tal servicio, cobra las 100 pesetas que estaban reglamentadas como gratificación y el 7 de abril llega a Santander como paso intermedio de su marcha a Cádiz, por ferrocarril. Veinte días más tarde emprende el viaje. Tras unos días en la «tacita de plata», el 15 de mayo embarca en el vapor correo «Comillas». Su destino: La Habana, Cuba.
La Tafalla que deja atrás es una ciudad prácticamente militarizada en el periodo entre la segunda y la tercera guerra carlista. Las tropas del ineficiente y tristemente famoso Coronel Lagunero entran en la ciudad en abril 1869. La tensión entre una población mayoritariamente carlista y las autoridades civiles y militares de un gobierno liberal crece hasta culminar con el estallido de la tercera guerra carlista en 1873, sin que el advenimiento del breve reinado de Amadeo I o de la aún más breve Primera República logren mejorar la situación.
Pero la Cuba a la que marcha no es ya la perla del Caribe o, si lo sigue siendo, lo es con tintes sangrientos. En la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, en el extremo sureste de la isla y bajo la denominación del «Grito de Yara», el abogado Carlos Manuel de Céspedes da a conocer el «Manifiesto de la Junta revolucionaria de la Isla de Cuba» inicio de la independencia cubana y de la «guerra de los 10 años» o «guerra grande». Las raíces de esta confrontación, como las de la inmensa mayoría, se hunden en pantanosos intereses económicos. Las extremas políticas arancelarias de la metrópoli convierten los mercados de las antillas en mercados cautivos de los intereses de la madre patria, textiles catalanas y harineras castellanas. Solo beneficiaban a un pequeña oligarquía esclavista, mientras perjudican los intereses de la mayoría que podía encontrar productos a mejores precios en los cercanos Estados Unidos de América. A esta situación precipitante no son ajenos los intereses geopolíticos y económicos americanos que, desde 1850 ya habían expresado la imperiosa necesidad de que USA se anexionara la isla y habían realizado varios intentos de compra de la misma. No en balde Cuba se había convertido en la primera productora de azúcar del mundo y era un otero de excepción para el desarrollo de la política expansionista del nuevo imperio americano hacia lo que ellos denominaban su cuarto trastero, Centroamérica. La definitiva guerra de la Independencia de Cuba contó con un aliado poderoso en Estados Unidos. Un aliado que, a la vuelta de los años, se convertiría en el nuevo opresor.
Entre tanta sangre derramada inútilmente un apunte de naturaleza radicalmente distinta. Muy probablemente antes de emprender la aventura antillana, Vicente ya conoce al que será el amor de su vida, Gabina Ventura Iturralde. Con Gavina es capaz de mantener una relación en la distancia de más de 7 años, hasta su regreso a la península.
Vicente llega a Cuba, tras 19 días de travesía, el 3 de junio de 1871, siendo destinado al 1er. Batallón de Regimiento de Infantería de Nápoles, encuadrado en su 2ª Compañia. Hasta junio de 1872 está en la guarnición de Pinar del Río, momento en el que es destinado a la 3ª Cia., donde permanece, en la misma provincia, hasta la disolución de la compañía, el 23 de agosto de 1873. Se le asignó nuevo destino en la Jurisdicción de Cinco Villas, un lugar bastante más próximo al conflicto. De hecho, a mediados de 1875, la llama revolucionaria que había prendido en Santa Clara, también lo hace en Cienfuegos y en Colón. La historiografía cubana define diciembre de 1875 como el punto álgido de la revolución en la parte occidental. En este destino de Cinco Villas y siendo el 30 de abril de 1875 participó en el hecho de armas que tuvo lugar en los montes de Mayajigua. Desde ese momento continúa en campaña y participa en múltiples enfrentamientos: el 4 de mayo en Sabana del Ciego; el 10 de mayo en la toma de La Cruz, el 17 de Julio, en Potrero de Quiguinal (jurisdicción de Remedios); el 26 del mismo mes en Potrero de Movovar; el 27 en el arroyo del mismo; el 31 en la toma de los Amaro; el 20 de noviembre en Rematar de la Puebla; el 21 en el Pozo Colorado; el 28 en Salomar de Santo Domingo; el 29, en Juan de Vega; el 30, en el Potrero de Iraguar; el 1 de diciembre, en Lacanuco; el 20 en Potrero de Santo Domingo; el 21 en la Venida de Rompe Cargones; el 22 en Loma Baja; el 23 en Juan de Vera, por segunda vez. El número de combates nos da una idea de la intensidad del conflicto en aquellas fechas.
En ese año de 1875 se le concedió la medalla conmemorativa de la Guerra de Cuba con distintivo rojo y cinco pasadores que le habían correspondido por el tiempo de campaña.
El año 1876 empieza como terminó el anterior. Se encuentra de operaciones en la Juridiscción de Remedios y participa en los siguientes hechos de armas: el 15 de enero en Potrero de Ruango; el 19 en Mamay; el 26 en Sabanas Nuevo y se mantiene de operaciones hasta mayo, momento en que interviene en la batallas de Juan Vega, Aguada de Mainey, Montes de la Vuelta, Potrero de Vaca, a las órdenes del Teniente Coronel D. Casimiro Cuestro. En junio es ascendido a Cabo 2º por méritos de guerra. Se le concede la cruz al Mérito Militar en recompensa a su buen comportamiento en las operaciones practicadas. Por Real Decreto de 6 de julio de 1876 se le declaró Benemérito de la Patria por hallarse combatiendo a los enemigos de la integridad Nacional en la Isla de Cuba.
En 1877 es ascendido a Cabo 1º mientras se encuentra de operaciones en la Jurisdicción de Morón y destacado en la línea del Norte de la Trocha. El 25 de abril es trasladado a Sion donde permanece hasta el 14 de noviembre, momento en que su batallón es destinado a primera línea en la zona de Guayacanes. Aquí está hasta el 11 de febrero de 1878, fecha en la que ingresa en el campamento Domínguez como etapa intermedia de su embarque en el puerto de Júcaro. El destino final es Guantánamo, llegando al puerto de Caimanera el día 5 de mayo, tras cuatro días de travesía. En Guantánamo su batallón permanece hasta el 4 de junio cubriendo el Llano de los Ingenieros. Ese día emprende marcha para San Luis. Asciende a Sargento 2º y se mantiene en San Luis hasta finales de julio, causando baja por licencia absoluta al haber cumplido su compromiso. Recibe sus haberes, la cuota de terminación (dos pesos y 50 céntimos de oro) y vuelve a España. En total trae consigo 1401,50 pesetas, una pequeña fortuna.
Vicente llegó a una Cuba en llamas y se marchó para siempre de ella antes de que los últimos fuegos de la guerra grande se apagaran, al menos temporalmente, a través de la Paz de Zanjón. Una paz efímera, pues pronto se seguiría de la guerra chiquita y, finalmente, de la guerra de la Independencia que terminó con el miope periodo colonial español en Cuba. Cuba aún no alcanzaría la libertad como estado y solo cambiaría de dueño. Los americanos conseguirían el terrón de azúcar tanto tiempo codiciado.
El regreso a España es un vértigo de acontecimientos. En menos de cuatro meses, contando 26 años, se casa en Tafalla, el día 25 de noviembre de 1878, con Gavina Ventura Iturralde, natural de Gallipienzo (Navarra), nacida en el año 1851 e hija de Sebastián e Ignacia. El escaso margen de tiempo entre su licencia y su matrimonio es el dato en el que sostenemos que esta relación debió empezar antes y mantenerse durante los siete años de su estancia continuada en Cuba. Gavina debió ser su amor de tierna juventud.
Con menos de 6 meses de matrimonio, el 24 de mayo de 1879, ingresa de nuevo en la Benemérita, siendo admitido y filiado en la Comandancia de Pamplona con el grado de Guardia 2ª. Desconocemos las causas por las que no se le respeta el grado anterior. Es destinado a Lérida, concretamente al puesto de Anglesola, donde permanece hasta fin de octubre. cuando es trasladado a la Comandancia de Navarra y destinado a Lecumberri. A este destino le acompaña la familia y permanece en ese puesto hasta 1882. El 9 de Enero de 1881 viene al mundo su primer hijo, Evaristo.
Solo han pasado cuatro años desde su regreso de Cuba. Se ha casado, ha tenido su primer hijo que aún no ha cumplido los tres años y, en noviembre de 1882, decide voluntariamente su pase al Tercio del Instituto en la isla de Puerto Rico, por un periodo mínimo de cuatro años. ¿Deseo de aventura, añoranza del Caribe o poderosas razones económicas? Las retribuciones eran significativamente mejores en Ultramar que en la península. Ya por el alistamiento recibió una primera cuota de 250 pesetas.
En esta ocasión zarpa desde Santander, el día 20 de diciembre, en el vapor correo Patricio de Satrústegui, antes denominado Antonio López. Recibe el nuevo año 1883 en alta mar y arriba a Puerto Rico el 4 de enero. Inicialmente es destinado en el Depósito Militar de Mayaguez, en la costa Oeste de la isla y el 1 de noviembre asciende a Guardia 1º. Pasa al Depósito de Aguadilla, en la misma costa. Allí discurre todo el año 1884 y el 85. A finales del año siguiente, 1886, finalizaba su compromiso, pero antes de su conclusión solicita el reenganche por otros cuatro años. Esto supone 50 pesos (en 1844 un peso equivalía a 5 pesetas). Durante mucho tiempo hemos pensado que la familia de Vicente permanecía en España pero recientemente hemos podido confirmar que, al menos en esta ocasión, le acompañan. Su mujer Gavina da a luz a su tercer hijo al que ponen de nombre Vicente. Nació en 1887 en Aguadilla, donde estaba destinado su padre. A Vicente padre, el 19 de noviembre le conceden la cruz sencilla del Mérito Militar con distintivo blanco. Al año siguiente se le concede el uso de un galón de distinción correspondiente a 12 años de servicio.
El año 1887 y la primera parte de 88 presta sus servicios en el puerto de Mayaguez. El 4 de mayo de se año se le encomienda la jefatura del puesto de Sabana Grande y el 15 de julio la del puesto de Juana Díaz, donde se traslada con toda la familia. En septiembre, fallece el pequeño Vicente, con tan solo 1 año de edad, a causa de la tabes mesentérica (tuberculosis, mal de Pott).
A finales de este año de 1888, concretamente el 19 de diciembre, asciende por segunda vez en su vida militar a Cabo 2ª. La primera vez era un joven de 23 años, ahora ya tenía 35 años y no puede causar alta en ese empleo por tener concedido el pase a la península. Efectivamente, a primeros de 1889 regresa a España, desembarcando en Cádiz el día 21 de enero y quedando en expectativa de destino hasta finales de febrero. El 1 de marzo causa alta en las secciones de Caballería de la Comandancia de Navarra, con el grado de Cabo 2º, y bajo condición de supranumerario hasta la asignación de destino definitivo. En este ínterin presta sus servicios en el puesto de Campanas, no muy lejos de su Tafalla natal, entre ésta y Pamplona. Finalmente se le confirma en el mismo puesto que ocupaba, se le confiere el mando y se mantiene en él hasta el 30 de abril de 1890. Un poco antes, el 6 de diciembre de 1889, en Tiebas, -el pueblo colindante con Campanas-, nace su hija Nicolasa.
El año 1890 es el primero en que se celebra el 1º de Mayo (Día del Trabajo) en España. Estaban previstas manifestaciones en Madrid, Barcelona y Bilbao. El gobierno teme que se produzcan graves alteraciones del orden público y ordena una importante concentración de efectivos de la Guardia Civil en la capital vizcaína. Uno de los desplazados es Vicente que se mantiene allí hasta el día 4 de julio. Los días 1 y 4 de mayo, jueves y domingo de una semana de indudable trascendencia histórica, la clase obrera europea reclamaba por primera vez de forma coordinada y pública una de sus más importantes reivindicaciones: la jornada legal máxima de ocho horas. En aquellos momentos, la historia de la lucha obrera estrenaba una nueva era, despertando el consabido temor de los burgueses.
En Vizcaya 30.000 mineros sostuvieron un paro de 1 semana de duración. Por lo expresado en la hoja de servicios de nuestro antepasado («habiendo contribuido a sostener el orden en las manifestaciones obreras que se celebraban en aquella Villa (Bilbao) y Zona minera de la Provincia de Vizcaya») mucho nos tememos que tuviera que actuar como fuerza represiva en la huelga general que siguió en Vizcaya (para mayor información recomendamos la lectura de: A las barricadas )
En este mismo año de 1890 se traslada a la comandancia de Córdoba, en las secciones de caballería y es asignado al puesto de Baena, en agosto. En esta ocasión sabemos que la familia permanece en Tafalla hasta diciembre, momento en el que solicita licencia de 15 días para recogerla, entre los días 9 y 24. Termina el año prestando servicio en el puesto de Bujalance (Córdoba) y reenganchándose por otros cuatro años. Durante 1891 permanece en Bujalance y se le concede el uso de dos galones de distinción correspondientes a los 20 años que lleva de servicio. Bujalance es uno de los destinos en los que más tiempo permanece pues lo hace hasta 1894, momento en que la añoranza antillana vuelve a hacerle presentarse voluntario para el Tercio de Puerto Rico. No podía perderse el final del imperio colonial español. En esta ocasión el compromiso es por seis años.
La historia volvía a repetirse y el 10 de febrero vuelve a embarcar en Cádiz con destino a Puerto Rico, en el vapor correo «Cataluña», desembarcando en San Juan el día 22. La costa norte será su primer destino, Vega Baja, inscrito en el 1º escuadrón. Así inicia su segunda estancia en la isla caribeña. ¿Cuánto de deseo de aventura y cuánto de necesidad habrá en este hecho?
Pronto, en agosto de ese mismo año, vuelve a alcanzar el grado de sargento que ya ostentó en 1878, dieciséis años antes. Finaliza el año como jefe de puesto de Cabo Rojo.
1895 no es un buen año para Vicente. Se le instruye expediente disciplinario por «falta de carácter y embriaguez» , aunque las actuaciones fueron terminadas sin declaración de responsabilidades. En julio pasa a hacerse cargo del mando del puesto de San Germán. En 1896 es absuelto de las faltas previas por ausencia de pruebas, siendo trasladado a los puestos de Arecibo y la capital. Desde inicios de 1897 hasta febrero está al mando del puesto de Río Grande y es a finales de este mes cuando causa baja por pase a la situación de retirado con residencia en Tafalla, con una pensión de 100 pesetas mensuales por contar con más de 25 años de servicio activo. Imaginamos que este retiro es solicitado por el propio Vicente.
Felizmente Vicente regresa a España y a su Tafalla natal pero la felicidad será breve. El 27 de abril de 1897 el Subdirector del Ministerio de la Guerra hace quedar sin efecto el retiro concedido y se le obliga a finalizar el último compromiso de 6 años que había adquirido. El 30 de julio vuelve a embarcar desde el puerto de Cádiz con destino a Puerto Rico donde llega el 11 de agosto, con un nuevo destino: Maunabo. Esta será su tercera y última estancia en la isla.
En noviembre es destinado a Ponce y en marzo del año siguiente, el infausto 1898, es nuevamente expedientado por falta grave por embriaguez. En esta ocasión es arrestado un mes, que cumple en el mes de Mayo aunque posteriormente se archivan las diligencias en octubre.
La guerra hispano-estadounidense en Puerto Rico fue, afortunadamente, breve. El 25 de julio, el General Nelson A. Miles, con 3.300 soldados, desembarcó en Guánica comenzando la ofensiva terrestre. Vicente continuó prestando sus servicios hasta ese 25 de julio en Ponce en el que, como consecuencia de la invasión, se retiró con las fuerzas de operaciones a la capital. A pesar de la proximidad relativa de los pocos combates que se produjeron no consta en su expediente ninguna intervención. Finalmente el 17 de octubre embarco en el vapor Covadonga con destino a la península, concretamente a Cádiz, donde llega el 27 del mismo mes. Al llegar disfruta de una licencia trimestral que creemos pasa en Tafalla, y el 1 de noviembre causa alta en la 5ª Compañía de la Comandancia de Navarra.
Con el nuevo año, 1899, se le destina a Ujué, cerca de Tafalla y el 28 de abril solicita pasar a la situación de retirado, lo que se le concede por segunda y definitiva vez el 31 de mayo, fijando su residencia en Pamplona.
En 1904 aparece una noticia breve en el Diario de Navarra que hace referencia a que se encuentra enfermo. Esta enfermedad es, casi con seguridad, la causa de su muerte. No conocemos la fecha exacta de su fallecimiento pero el 19 de octubre de 1913 Evaristo Martinena Ventura solicita que se conserven los cadáveres de sus padres durante diez años más en la fosa común, por lo que el año de la muerte tuvo que ser el de 1904. Vicente tenia 51 años.
Vicente y Gavina tuvieron tres hijos:
L. 11317111.- EVARISTO MARTINENA VENTURA
L. 11317112.- NICOLASA MARTINENA VENTURA
L. 11317113.- EMILIA MARTINENA VENTURA
(1) «Las expresiones de sus fisonomías comenzaban por la descripción mayoritaria de «cejas al pelo», indicativa de la simetría de todos sus rasgos y la constatación de su normalidad.» Ana Isabel Simón Alegre. Segle XX. Revista catalana d’historia, 6 (2013), 37-61