Camino a Tafalla: Barasoain

Conocidos los datos biográficos anteriores, la primera pregunta que se nos formuló fue ¿por qué Juan de Martinena decide emigrar de Lasse? Resulta sencillo imaginar que la opción no debió ser fácil: cambio de país, de idioma, de costumbres,… Normalmente estos procesos se hallan motivados por amenazas o riesgos fehacientes o por claras expectativas de mejora de una situación económica y social deficitaria. Siempre es complicado emitir una justificación plausible, pero en nuestro caso la escasez de los datos hace aun más complejo encontrar las razones que invitaron a nuestro antepasado a afincarse en la Navarra peninsular. Esto no es óbice para que podamos describir algunas circunstancias, llamémosles, facilitadoras del mismo.

Las dificultades que cualquiera puede suponer en un proceso emigratorio de esta índole, en aquella época, están parcialmente mitigadas en este caso. Debe entenderse, y ya lo hemos comentado con anterioridad, que con independencia de divisiones políticas, la Baja Navarra y la Navarra peninsular formaban una unidad sociocultural con un alto grado de autonomía de los poderes centrales que regían ambas regiones. La Francia prerrevolucionaria poco tiene que ver con el estado centralista que hoy conocemos y se sustentaba sobre una estructura de condados, señoríos y baronías, de tipo medieval, pero que configuraban un gobierno muy descentralizado. Algo muy parecido puede decirse de Navarra que además contaba con una legislación propia, sus fueros. Ciertamente en Iparralde era el francés el idioma del estado, y en la Navarra peninsular era el castellano o español la lengua culta y política, pero a ambos lados de los pirineos el euskara o bascuence era el idioma en el que se comunicaba la población.

Sobre la implantación del vascuence en el Barasoain del siglo XVIII hemos encontrado dos referencias bibliográficas que transcribimos por su interés:
Año 1714. En la dedicatoria de su «Nobiliario de el Valle de la Valdorba» a S.A.R. Don Luis, príncipe de Asturias, hijo y sucesor de Felipe V, el Dr. Francisco de Elorza y Rada, abad de Barásoain, ofrece un testimonio de que en el siglo XVIII la lengua vascongada era hablada en la Valdorba. «Si la Valdorba, donde sus hijos conversan la nativa lengua del Bascuence..
Año 1753. Otro testimonio de cómo a mediados del siglo XVIII se hablaba el Vascuence en Barásoain, se encuentra en el libro del Patronato del Archivo Diocesano de Pamplona. En él se indica que la abadía de Barásoain era de provisión real. En la elección tenían preferencia los clérigos naturales de la villa. Para acceder a la plaza, los candidatos debían superar los exámenes que establecían las constituciones sinodales y probar su suficiencia en diversas materias, así «como la suficiencia en el idioma bascongado por ser natibo dicho idioma de los de esta villa…«(http://www.barasoain.net/historia4.html)

Pero al margen de circunstancias facilitadoras debieron producirse motivos concretos para este cambio. Desconocidas las circunstancias personales, nos centrarnos en circunstancias de orden general, pero tampoco en ellas encontramos sencillo encaje. Conocemos, con seguridad, que Juan de Martinena se avecina en Barasoain antes de 1728, momento en el que contrae matrimonio con Agueda Ripalda. En esa fecha tío y sobrino, Felipe V y Luis XV, gobiernan los destinos de España y Francia, respectivamente. Antecedente este que a buen seguro tenía escasa repercusión en la cotidianidad de las poblaciones próximas de ambos lados de la frontera pirenaica. Sin embargo, el reinado de Luis XV es un tiempo de paz y prosperidad para el país vecino, donde encontrar justificaciones generales para el proceso migratorio no parece congruente. Muy atrás queda la destrucción y pobreza que generó la guerra de los 30 años a mediados del siglo XVI, como para basarse en ella para justificar su cambio de residencia. Y tampoco nos sirve la efervescencia social generada por la Revolución Francesa, que se produce cuando los Martinena ya están bien asentados en la Valdorba. La revolución francesa sí fue un momento en que la frontera se cruzó hacia su lado meridional con asiduidad, huyendo de represalias y buscando refugio, pero resultaría un anacronismo usarla para justificar el traslado de nuestro antepasado.

Quizá conociendo más datos de Lasse podremos vislumbrar algunas de los motivos que impulsaron a Juan a emigrar. La localidad es mencionada en 1513 por una carta de Pamplona. Las colaciones de la diócesis la llaman Sanctus Martinus de Lasse en 1764. En 1599 Juan de Echauz casó con Juana de Bustince adquiriendo de esta forma los bienes de Bustince y de la baronía de Lasse, perteneciendo a esta última familia hasta la Revolución de 1789. Sin embargo, el señor del lugar en 1690 es Roll de Montpellier y tenía la facultad de presentar al párroco. Este hecho nos ofrece una racimo de datos interesantes: el titular tenía un vicario y la población de la parroquia, en 1690, era de aproximadamente 350 comulgantes. La renta del párroco era de 1.300 l. La fija consistía en los diezmos del castillo, de algunas casas y de numerosas tierras además de un suplemento de 200 l. con la leña para el fuego en vez de novales y las primicias pagadas por las diferentes casas. La parroquia de Lasse poseía una antigua encomienda que perteneció en un principio a la abadía de Roncesvalles, y luego, por derecho de sucesión al obispo y capítulo de Bayona: era la de Mocosail trasladada también algunas veces a Uhart-Cize. Martín de Vizcay (1621) la llama Mocozuayn, la carta de Cantelli ( 1690), Morsail. Se le da también el nombre de Moncoseil, nombre que, según Sarrasa, sería una corrupción de «bonum consilium» y procedería de una asamblea a la que asistió Carlomagno en una de las casas del lugar. Sabemos que bastante más adelante en el tiempo, Lasse tenía un maestro. Es en el año 1833. El dato se desprende de una encuesta sobre la enseñanza primaria efectuada en el citado año en el departamento de Basses-Pyrénées. El maestro recibía del ayuntamiento una remuneración global por éste y otros trabajos. Lo que más nos interesa es que se utilizaba como libro de lectura el «Testament berrico historioa», en euskara. Finalmente, y en el contexto de la guerra de la independencia de España, las tropas anglo-portuguesas-españolas, camino de la batalla de Orthez, toman Lasa, el 17 de febrero de 1814, e incendian gran parte del pueblo.¿Será ésta una de las razones de la escasez de datos que estamos obteniendo? (http://www.euskomedia.org/aunamendi?idi=en&op=7&voz=LASA&epi=64512#mrc23).

En otra parte de este trabajo ya hemos citado el denominado catastro napoleónico. En lo que se refiere a Lasse, el trabajo de campo se finalizó entre septiembre y octubre de 1840. De él se produjeron 11 mapas, más uno global del territorio municipal. Hemos estudiado sistemáticamente los 11 mapas, cuadriculándolos previamente, y extrayendo los nombres de las parcelas, granjas y casas que en él se citan. No aparece mención alguna a Martinena o variante aproximada (la denominación más similar es Martinico) ¿Qué podemos concluir de este dato? Ciertamente entre la fecha de partida de Juan de Martinena, 1728, y la de la realización del catastro, 1840, ha pasado más de un siglo, por lo que las explicaciones a la ausencia del apellido en el registro pueden ser múltiples.
En primer lugar, no tenemos ninguna confirmación que nos asegure que el hecho de que Juan provenga de Lasse suponga afincamiento de su familia en la villa. Como ya hemos comentado en otros apartados, tenemos registros de acontecimientos vitales en Martinenas de distintos lugares de Iparralde, pero no en Lasse. La existencia de una propiedad sobre un territorio suele ir acompañada de asentamientos prolongados de la familia en ese lugar; la tierra pasa de padres a hijos por varias generaciones. Quizá Juan, y esto es solo es una conjetura, no provenga de una familia propietaria y fuera uno más de los miles de braceros que prestaban su trabajo a cambio de jornal. Esta situación si es más dada a cambios frecuentes de residencia en función de mejores y cambiantes expectativas de trabajo y pudiera ser una de las razones que le invitaron a partir hacia el sur. En este sentido conviene recordar que tradicionalmente, durante la épocas de la siega y la vendimia, habitantes de la Navarra montañosa, y Lasse era prácticamente eso, bajaban a la Navarra Media a ofrecer su fuerza de trabajo. Quizá este hecho pudo otorgarle conocimiento directo o indirecto de las posibilidades laborales que allí podría encontrar.

Las razones últimas de su decisión quedarán probablemente alojadas en el olvido, pero son una de entre ese billón de circunstancias casuales que han provocado nuestra existencia. Somos esencialmente productos del azar. Pero con suerte o sin ella, lo real es que Juan abandona el afrancesado valle de Baigorri para llegar a la Valdorba, que por aquellos tiempos no debía parecerse mucho al imaginario Dorado. En torno a los 100 Kilómetros de distancia, el viaje duró, a buen seguro, varios días, atravesando los Pirineos, probablemente por Arnéguy. Barasoain a mediados del siglo XVIII era una comunidad esencialmente rural con una población próxima a los 500 habitantes (en 1787 y según el censo de Floridablanca su población era de 561  habitantes)  y  de  alrededor  de  cien  edificios (101 en 1800). La  población  tenía  un  índice de

juventud aproximado del 21 %, pero los datos demográficos no son especialmente positivos para alguien que busca pareja dado que la población femenina era menor que la masculina (sex ratio de 101,7 y masculinidad del 50,44 (Datos del censo de 1787)). La solteras casaderas eran significativamente inferiores en número a los solteros en igual rango de edad (24 frente a 35).
A pesar de estos obstáculos aritméticos, nuestro Juan de Martinena, afortunadamente para nosotros, es uno de los aventajados que consigue pareja. En cuanto a la estructura social de la comunidad y recordando siempre la separación de casi 50 años que hay entre el momento en que se obtienen los datos que presentamos (censo de 1787) y el momento en el que Juan de Martinena se afinca en Barasoain (1728), podemos decir que la población activa de la villa se dedicaba esencialmente a la agricultura (sobre un total de 104 declarantes de profesión, 72 se definen como jornaleros (42) y labradores (30). Del resto de oficios y profesiones nos llama la atención el alto número de artesanos, 14, especialmente si se compara con otras poblaciones de similar entidad poblacional, y la ausencia de criados. Solo existen 10 hidalgos, un cura y cinco beneficiados. Entre las profesiones que no existen destacamos abogados, escribanos, fabricantes ni comerciantes.